El mes de febrero...



Februarius “mes de la purificación”, Februum en plural. Februa significa purificación así como los sacrificios expiatorios. En su declinación, el verbo februare significaba purificar o celebrar los ritos de expiación.
Februa (gen. februorum) llamaban también los romanos a las fiestas de purificación que se celebraban en febrero (entre ellas las Lupercales) y que traducimos como Februales. Y Februalis (la que purifica) es uno de los sobrenombres de Juno a la que se dedicaban estas fiestas y ritos presididos por divinidades femeninas.
Estas purificaciones están conectadas con los símbolos del agua o del fuego como elementos purificadores. Los rituales de purificación estaban presididos por el encendido de las velas o candelas, por lo que se extendió al símbolo cristiano de la “Virgen de la Candelaria” como señora de la purificación
Todas las culturas han ritualizado con especial cuidado la necesidad de limpieza, que ha tenido además las dos vertientes: la puramente física y la anímica. Las lustraciones, que se distinguían en ordinarias y extraordinarias (las que se celebraban cada cinco años, son las que dieron nombre al lustro), el bautismo, las aspersiones con agua bendita en nuestra cultura, y con la sangre de las víctimas en otras, son ritos de purificación (que así es como se llama propiamente la fiesta de la Candelaria).
En la cultura romana el mes de febrero era el februarius, el mes dedicado a la limpieza general del año: en este mes se realizaba la poda de los árboles, no sólo como necesidad agrícola, sino también como rito; se limpiaban a fondo los establos; se limpiaban los campos (arva) y para dar solemnidad ritual a esta fase tan importante de las labores agrícolas, se hacía una solemne procesión por todos ellos en el contexto de las Lupercales. El día en que se celebraba esta procesión se llamaba februatus dies.

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